diumenge, 28 d’agost del 2011

Okiku, la muñeca.

La legendaria muñeca Okiku tiene el nombre de su propietaria que hace mucho tiempo solía jugar con ella. Se trata de una muñeca de 40 centímetros de altura vestida con un quimono. Tiene los ojos pequeños negros y brillantes. Tiene el pelo largo y negro.

¿Y eso, que tiene de raro? Pues veréis, su pelo crece, igual que sus uñas y sus labios se vuelven cada vez más rojos. En definitiva, es como si la muñeca tuviese vida y se hiciese mayor. Vamos a ver su historia.

Se dice que una joven de 17 años compró la muñeca al 1918 para su hermana pequeña de tan sólo 2 años, Okiku. La compró en Sapporo, la capital de la isla de Hokkaidô en Japón. Su hermana la cuidó y la amó. Pero al año siguiente, Okiku murió repentinamente de un simple resfriado. Su familia decidió incinerarla, según la tradición japonesa se debía incinerar a la niña junto a sus bienes más preciados y así fue, pero la familia se olvidó de la muñeca y se la dejó en casa. Procedieron a la incineración y guardaron las cenizas en un jarrón. Cuando llegaron a casa se dieron cuenta de que se habían dejado la muñeca y decidieron dejarla al lado del jarrón de las cenizas.

Poco después de su muerte la familia se dio cuenta de que el pelo de la muñeca había crecido desde la muerte de la niña y esto fue comprobado por diversos parapsicólogos. Ellos dijeron que esto se debía a que el espíritu de la niña se asustó al saber que estaba muerta y encontró refugio en el cuerpo de su muñeca, dándole vida al cuerpo inerte.

En motivo de la segunda guerra mundial la familia de Okiku se mudó a la isla de Sajalín en Rusia dejando la muñeca a cargo de los monjes del templo de Mannenji en Iwamizawa (Hokkaidô) donde ha permanecido hasta la actualidad.

Según los monjes la muñeca llegó al templo con el pelo hasta los hombros y aseguran que le ha crecido 25 centímetros llegando en la actualidad hasta las rodillas incluso cortándole el pelo periódicamente. Pero lo más raro de todo es que los últimos análisis científicos determinaron que el pelo de la muñeca pertenecía a una niña de origen japonés.

La historia ha recorrido todo el mundo atrayendo turistas hacia el templo de Mannenji. La historia parece muy real pero no escalofriante ya que el espíritu de una niña es inofensivo. ¿Pero si Okiku lo ha podido hacer, no lo podrán hacer otras personas? ¿Serán inofensivas estas personas?

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